EL MALESTAR SOCIAL

En el vasto universo de un solo punto, infinitas líneas pueden ser trazadas. Sin embargo, con dos puntos, emerge una ruta definida, una trayectoria clara. Y precisamente, es esa línea recta la que ahora nos impone una confrontación directa con un fenómeno preocupante: el incremento en los diagnósticos de enfermedades psiquiátricas y la prescripción casi automática de medicamentos para su tratamiento.

El 11 de mayo, una publicación de La Voz del Interior se atrevió a sacar a la luz una realidad sombría bajo el titular: «Drogas legales: preocupa el uso de tranquilizantes y antidepresivos en Córdoba». El artículo destaca un programa llamado «Mejorar», que rastrea y evalúa medicamentos para controlar la ansiedad y la depresión. Sin embargo, en este mar de datos e información, la voz de Mariela Pérez, investigadora de CONICET, resuena como un trueno: el uso de estos medicamentos por más de 90 días puede engendrar dependencia y empeorar cualquier síntoma preexistente. En la misma línea, Gigena Parker subraya la prescripción indiscriminada de medicamentos psiquiátricos por profesionales de la salud y el alarmante descenso en la edad de inicio de consumo.

Esta es una consecuencia directa, una cicatriz abierta, producto de la erosión de nuestra comunidad y la desesperación y tristeza fomentadas por un modelo neoliberal implacable. Pero no nos equivoquemos: nuestro pueblo no está dispuesto a aceptar la mentira de que no tenemos futuro, de que somos inútiles y sin destino.

En las provincias y ciudades donde las comunidades están más fragmentadas, vemos un crecimiento en el consumo de drogas y medicamentos, y un aumento en el número de niños y adolescentes desamparados, abandonados a su suerte en las calles. Nosotros, como cordobeses, rechazamos este destino con todas nuestras fuerzas.

Este es un problema político profundo y debemos enfrentarlo sin temor. No podemos aceptar un solo niño con hambre ni un anciano en la pobreza. Exigimos salud, educación y trabajo digno, porque con estas condiciones, las drogas no tendrán lugar en nuestras vidas.

Esperamos que los candidatos a gobernador tengan la valentía de enfrentar este debate, que es el verdadero núcleo de nuestro sufrimiento. Hay otras provincias con menos recursos que están más integradas, entonces, ¿por qué nosotros no?

La igualdad de derechos y oportunidades es esencial para una sociedad más saludable. Este no es solo un ideal, sino una responsabilidad del Estado, y es crucial recordar que nosotros, cada uno de nosotros, SOMOS ese Estado. No somos meros espectadores en este escenario, sino actores vitales en la conformación de nuestro futuro colectivo.

La salud, la educación y el trabajo digno no son aspiraciones independientes, sino componentes interrelacionados de una sociedad justa y equitativa. Cada uno de estos pilares sostiene y fortalece al otro. Sin salud, la educación y el trabajo se vuelven metas inalcanzables. Sin educación, la salud y el trabajo digno se desvanecen en el horizonte. Y sin un trabajo digno, la salud y la educación se convierten en privilegios en lugar de derechos.

Es por esto que debemos dialogar, sí, pero dialogar sobre lo que realmente importa. Debemos alzar nuestras voces, manifestar nuestras demandas y despertar nuestras consciencias. Debemos actuar en consecuencia, y cada acción, por pequeña que parezca, suma a la causa.

Desde nuestras respectivas trincheras, ya sea en la sala de clases, en la fábrica, en el consultorio médico, en la oficina o en la plaza pública, tenemos la responsabilidad y la capacidad de generar cambio. Trabajemos para construir salud, para sanar nuestras heridas colectivas y sembrar un futuro de esperanza en esta tierra bendita que es nuestra patria.

Hoy los invito, a cada uno de nosotros, a unirnos en este esfuerzo. No es un trabajo de otros, es nuestro trabajo. Porque cuando uno de nosotros sufre, todos sufrimos. Y cuando uno de nosotros triunfa, todos triunfamos. Así que, pongámonos manos a la obra, cordobeses, y trabajemos juntos, no solo por un futuro mejor, sino por un presente digno, porque nosotros lo merecemos, porque nuestra patria lo merece. ¡No nos quedaremos de brazos cruzados! ¡El trabajo continúa! Construyamos salud mirándonos a los ojos.

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